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La casa es una inversión para vivir

Por Tomás Charles

La Vivienda. Para el famoso arquitecto Le Corbusier, fue una máquina del diario vivir, diseñada para facilitar la actividad doméstica. Pero para Franklin D. Roosevelt, ex-presidente de EE.UU., fue la inversión más segura de todas.

¿Por qué hoy la vivienda se relaciona menos con un refugio para la vida y más con bonos y acciones?

La palabra crisis parece usual hoy en día. Una de muchas crisis que vivimos en el siglo XXI es la de acceso a la vivienda. Más y más personas quieren vivir en la ciudad y la oferta de viviendas no puede seguir el ritmo, aumentando su precio. Pero, para entender cómo el precio de la vivienda llegó a ser un problema, debemos retroceder un par de siglos y entender qué nos trajo aquí.

Entre los siglos XVI y XIX los grandes poderes mundiales medían fuerzas en base a su posesión de metales preciosos. Este sistema se conoció como Mercantilismo, su problema principal fue basarse en un juego de suma cero, para ganar unos, debían perder otros. Generando roces sucesivos que culminaron en la primera guerra mundial.

No mucho antes de la guerra se popularizaron las ideas de Adam Smith, quien proponía un sistema que promoviera la solución de problemas ajenos, en busca del beneficio propio. El juego de suma cero se habría superado, tal sistema traería consigo cooperación entre naciones, y una nueva era de prosperidad.

Esta cooperación internacional, por medio del libre intercambio de mercancías, requería de una medida estandarizada que brindara convertibilidad a las distintas monedas. Por lo que se dispuso una medida homologable y poco volátil; el oro. Esto daría paso al “Gold Standard”, donde cada divisa valdría, casi literalmente, su peso en oro. En teoría, el comercio internacional propiciaría cooperación y paz. Pero las cosas no salieron tan bien y se complicaron hacia mitad de siglo. Tras la Segunda Guerra, Europa quedó en muy mal pie para definir las nuevas condiciones del comercio internacional y Estados Unidos, poseedor dos tercios del oro disponible, propuso al Dólar como nueva moneda de cambio, respaldado por oro contenido en las arcas americanas.

El problema surge a fines de los sesentas cuando algunos países empiezan a desconfiar de la presencia de ese oro en América, retirando su capital y vaciando peligrosamente las arcas estadounidenses. Esto desató el pánico de la administración de Richard Nixon quien en 1971 da por terminada la convertibilidad del Dólar en oro e instaura el sistema fiduciario que usamos hoy.

Y aquí es donde se entiende porqué cuento esta historia; en un sistema fiduciario (que depende del crédito o de la confianza que merece) lo que sostiene el valor del dinero en circulación es la confianza, pero la confianza en ese dinero depende de la confianza en el país que lo avala, quedando sujeto a ciclos políticos, crisis sociales, etc. El suelo, por otro lado, es como el oro. Un bien escaso, de valor consensuado y no se imprime más o menos suelo de acuerdo con intereses políticos. La arquitectura por su parte, y con ella la vivienda, es la materialización efectiva del valor de ese suelo. Así, la vivienda se convierte rápidamente en una herramienta de fijación de capital frente a una moneda flotante. Si el suelo es como un trozo de oro en bruto, las construcciones serían la joya que explota su valor.

Ahora, si sumamos esto a una población urbana creciente, no debería sorprendernos que, en una lógica liberal y especulativa, los precios alcancen niveles inaccesibles para las masas. Alguien podría argumentar que el precio alcanzaría un equilibrio cuando cayera la demanda, pero este estado de equilibrio se ve artificialmente elevado por el acceso a créditos, inflando el mercado muy por sobre la capacidad de pago de la persona promedio.

La inercia de las fuerzas que definen el aumento del precio de la vivienda es casi inamovible, pero a menos que queramos avanzar hacia un futuro en que no podamos contar con el techo sobre nuestras cabezas, debemos empezar a hacer algo. En URVANA creemos que la información es el primer paso. Queremos construir un mercado inmobiliario justo y transparente, pero no podemos hacerlo solos. Como todo en la vida, saber es poder. Te invitamos a aprender con nosotros en este viaje hacia un mejor mercado inmobiliario y a usar nuestras herramientas digitales de la forma que mejor te parezca, para que también aprendamos contigo.

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